Creo que es un tema obligatorio, considerando no sólo que en la literatura japonesa del siglo XX, los traductores han figurado en numerosas ocasiones... para dar un par de ejemplos conocidos, el protagonista de El grito Silencioso de Oé, y la de NP (y otros personajes también), de Yoshimoto.
No sólo porque Japón necesitaba incorporar modelos de otras culturas, como forma de conocer al enemigo, sino también como un interés por ese otro victorioso, así como en otros momentos se intentó complementar la cultura propia con herramientas ajenas.
La cuestión de la traducción, esa cosa tan borgeana, tiene que ver con cierta labor que estoy llevando a cabo independientemente. Realmente es una tarea ardua, y lo más difícil es poner esa otra forma de pensar y de expresar el pensamiento en una forma que sea inteligible para alguien que no está mirando los dos textos. Sencillamente, hay sutilezas que hacen particulares a las distintas lenguas. Un ejemplo por demás evidente, sería tratar de traducir ciertos juegos de palabras que hacen alusión directa a la forma fonológica de las palabras (haciendo que los palíndromos sean intraducibles, porque pierden su lógica de poder leerse en ambos sentidos indistintamente). Las frases hechas y las figuras histórico-culturales son otro ejemplo difícil de hacer entender con el texto. Ahí donde una novela histórica puede desenvolverse en su idioma nativo sin necesidad casi de notas, la traducción debe reponer cuanto pueda para el entendimiento y padecimiento del lector.
En cierto sentido, una traducción es una reescritura del texto. Los bagajes ideológicos y culturales de las palabras en distintos idiomas, las connotaciones y denotaciones que tienen y la capacidad referencial cambian notablemente. No sólo es retomar la posición de JLB de la ampliación de los sentidos, de las lecturas posibles, de los contextos de circulación, sino además, decir que en cierta forma es poner un texto en una boca ajena. La gracia sería que las palabras no sonaran extrañas. Pero eso no es más que una ilusión (necesaria).
Uno de los particulares planteos de NP (una de las cosas más atractivas de esta novela) es que hay cierta cuestión en la lengua nativa que no se puede traducir. Algo hace que los japoneses entiendan algo que los que no hablan el japonés como primera lengua no pueden entender. Ya sea porque tienen alguna experiencia común y pueden dotar a las palabras de un sentido profundo, vinculado a sí mismos, a un misterioso mensaje subliminal, o a que la lengua tiene algo en su forma que hace posible expresar algo de manera más perfecta (si existe algo así).
Tal vez se deba a mi incapacidad, a mi autoconciencia o a mi inexperiencia, pero yo no tengo mucha confianza en mi capacidad para interpretar y reexpresar el contenido de un texto de una lengua a otra. Mientras más uno lee más difícil resulta escribir. Debo estar haciendo algo mal, pero es como si el genio de los escritores se revelara cada vez más claro, mientras que las limitaciones propias se hacen más notorias y grotescas.
Traducir no es fácil. Traducir del japonés es difícil. Sobre todo cuando lo que para un japonés no resulta nada ambiguo, uno puede expresarlo de muchas formas; y cuando al contrario, un japonés puede distinguir matices y hacerlos relevantes... y uno se encuentra con una palabra demasiado vaga que los contiene a todos indistintamente, y ninguna palabra suficientemente específica.
Y uno corre, como si las palabras necesitaran salir, nada más para darse cuenta de que los japoneses simplemente piensan en otro orden, y tiene que dar vuelta las oraciones. Que son repetitivos, y lo que es apenas una partícula para ellos, son conjunciones que se repiten y abruman en castellano, haciendo que leerlo sea un constante "como", "porque" y "pero".
¿Cómo hacen los traductores profesionales? ¿Y cómo serán los originales de las obras más geniales que uno leyó en la lengua propia, pero que fueron escritos en otro mundo?
No entiendo cómo se hace esto. Me haré con la práctica o seguiré violentando textos.
Un abrazo.
viernes, abril 30, 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario