Ayer a la noche (lo que siempre parecerá más cercano de lo que en realidad es), terminé de leer Cuentos crueles, de Tanizaki. Traducción extraña del inglés "Seven japanese tales".
La antología está compuesta por las siguientes obras:
La historia de Shunkin.
Ashikari.
Terror.
El puente de los sueños.
El tatuador.
El ladrón.
Un cuento de ciego.
Las diferencias entre ellas son notorias, no sólo por la extensión, sino por cuestiones estilísticas y temáticas, además de ser obras recogidas entre la producción del artista, por lo que no están seleccionadas cronológicamente. A pesar de la deficiente lógica de selección, la calidad de cada texto es digna de mención y lectura.
El mundo que describe Tanizaki a través de estos relatos no sólo acerca la realidad del Japón cambiante de principios del siglo XX, como en Terror, sino que también ahonda en la ficción histórica (Un cuento de ciego) describiendo eventos reales desde una perspectiva imaginaria y señalando el trasfondo sentimental de una época de guerra, y con relatos ambientados en una época anterior pero no mítica, o algo así (Shunkin/Ashikari).
Como siempre, la maestría de Tanizaki se destaca en la configuración de los personajes y los paisajes. Lo más interesante de algunos de estos cuentos es cómo se muestra el carácter de los personajes, que lejos de ser el estereotipo de su rol/oficio, se muestran como diamantes multifacéticos, cuyo brillo varía con la perspectiva que adopta el narrador. Las explicaciones de las motivaciones de cada uno por no ser demasiado psicologistas son verosímiles, y más de una vez atrapan al lector con una interpelación inesperada. Los personajes son tanto por lo que hacen como por los impulsos y las motivaciones que tienen.
Los elementos infaltables están presentes: la música, la poesía, el mito, la guerra, las perversiones y el cambio. Si bien no se presentan de forma uniforme en todos los cuentos, van marcando un estilo y una temática propios, que desarrolla a través de sus obras.
No quiero extenderme mucho con este análisis/presentación. Así que voy a recalcar un último punto: Los músicos ciegos. Son como una especie de personaje mítico en Japón. Lo que no tiene equivalente en occidente. Está bien, según el mito, Homero era ciego; según la literatura, Edipo se sacó los ojos. Pero no hay una tradición de narradores/músicos/masajistas ciegos. La perspectiva socio-cultural sobre la ceguera es diferente, así como lo es la consideración de ciertos defectos/malformaciones físicas (como las orejas de Buda, imagen prácticamente ausente en este lado del mundo y sin paralelos claros). Tal vez por la forma de ser de los japoneses, se les encuentra una utilidad a los ciegos, descubriendo que son particularmente buenos en tareas que requieren desarrollar la memoria muscular, como tocar un instrumento de cuerda o dar masajes.
Esto describe también un mundo en el que ciertos lujos eran posibles, e incluso, eran parte de la vida cotidiana. No sólo en la corte, sino también en la ciudad.
Si lo pueden conseguir, léanlo. Si no, no se molesten. Leer las novelas puede ser tan constructivo y creo que incluso más.
La antología está compuesta por las siguientes obras:
La historia de Shunkin.
Ashikari.
Terror.
El puente de los sueños.
El tatuador.
El ladrón.
Un cuento de ciego.
Las diferencias entre ellas son notorias, no sólo por la extensión, sino por cuestiones estilísticas y temáticas, además de ser obras recogidas entre la producción del artista, por lo que no están seleccionadas cronológicamente. A pesar de la deficiente lógica de selección, la calidad de cada texto es digna de mención y lectura.
El mundo que describe Tanizaki a través de estos relatos no sólo acerca la realidad del Japón cambiante de principios del siglo XX, como en Terror, sino que también ahonda en la ficción histórica (Un cuento de ciego) describiendo eventos reales desde una perspectiva imaginaria y señalando el trasfondo sentimental de una época de guerra, y con relatos ambientados en una época anterior pero no mítica, o algo así (Shunkin/Ashikari).
Como siempre, la maestría de Tanizaki se destaca en la configuración de los personajes y los paisajes. Lo más interesante de algunos de estos cuentos es cómo se muestra el carácter de los personajes, que lejos de ser el estereotipo de su rol/oficio, se muestran como diamantes multifacéticos, cuyo brillo varía con la perspectiva que adopta el narrador. Las explicaciones de las motivaciones de cada uno por no ser demasiado psicologistas son verosímiles, y más de una vez atrapan al lector con una interpelación inesperada. Los personajes son tanto por lo que hacen como por los impulsos y las motivaciones que tienen.
Los elementos infaltables están presentes: la música, la poesía, el mito, la guerra, las perversiones y el cambio. Si bien no se presentan de forma uniforme en todos los cuentos, van marcando un estilo y una temática propios, que desarrolla a través de sus obras.
No quiero extenderme mucho con este análisis/presentación. Así que voy a recalcar un último punto: Los músicos ciegos. Son como una especie de personaje mítico en Japón. Lo que no tiene equivalente en occidente. Está bien, según el mito, Homero era ciego; según la literatura, Edipo se sacó los ojos. Pero no hay una tradición de narradores/músicos/masajistas ciegos. La perspectiva socio-cultural sobre la ceguera es diferente, así como lo es la consideración de ciertos defectos/malformaciones físicas (como las orejas de Buda, imagen prácticamente ausente en este lado del mundo y sin paralelos claros). Tal vez por la forma de ser de los japoneses, se les encuentra una utilidad a los ciegos, descubriendo que son particularmente buenos en tareas que requieren desarrollar la memoria muscular, como tocar un instrumento de cuerda o dar masajes.
Esto describe también un mundo en el que ciertos lujos eran posibles, e incluso, eran parte de la vida cotidiana. No sólo en la corte, sino también en la ciudad.
Si lo pueden conseguir, léanlo. Si no, no se molesten. Leer las novelas puede ser tan constructivo y creo que incluso más.