miércoles, agosto 18, 2010

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Desde el 18 de mayo que no posteo nada.

Y quería decir algo interesante. Pero no se me ocurre nada.

Lo único que se me ocurre, que es poco interesante... es que los horarios de Puán son chotos. Por su culpa no puedo ser sushi-man.

Que el tiempo para escribir la novela se me acaba. Más rápido de lo que pensaba.

¿En cuánto tiempo más tendremos Robocops y Terminators caminando por las calles?

¿Cuánto falta para el Juicio Final?

¿Para la plaga zombie o la Plaga?

¿Cómo hacerse rico? ¿Cómo hacer plata?

Me carcome la ambición arltiana... tomaré el manuscrito entre mis brazos y diré algo solemnizado por el fracaso.
"A ustedes les parecerá una mierda. Pero yo estoy seguro de que la novela es buena. Muy buena. Excelente. Genial. Algún día la van a leer en la facultad... y van a decir alguna boludez, como 'A. es un personaje del tamaño del Astrólogo'. Y ya nadie va a leer a Arlt o a Borges como corresponde. Van a leer traducciones berretas y estudiar a Bran Down."

Salud.

martes, mayo 18, 2010

Las ciudades artificiales (o ficticias).

Se dice que en la década del 20 se estaban construyendo tres ciudades en la ficción argentina: la urbe moderna y cosmopolita de Girondo, la ciudad de las orillas de Borges y la ultrafuturista ciudad de Arlt.
Buenos Aires. Es casi un símbolo de la argentinidad que casi se construye sin recurrir al colorido local.
Las ciudades japonesas tienen un algo que las define, que las recorta contra el mundo, sin necesidad de mostrar un exceso de japonidad. O tal vez haciéndolo, pero discretamente.
En Oé, la ciudad es un ámbito no muy querido. Si bien el viaje a la ciudad en La presa constituye una metáfora del crecimiento, es un rito de paso, es un aprendizaje, en otras obras lo que se busca recuperar es el espacio de la infancia, la aldea, el pueblo. En El grito silencioso, la ciudad es ese ámbito nocivo y hostil, el ámbito del suicidio del amigo, del hijo enfermo. Y en Agüí, es algo diferente. La ciudad tiene algo de querido, de pay, hay una nostalgia y una despedida en ese cuento, que me parece genial.
Yo tengo que construir una ciudad. O un imaginario, que es básicamente lo mismo.
Quiero que sea una ciudad arltiana, pero no puede serlo. Porque él soñaba con el siglo XXI, y yo lo (sobre)vivo... y no es así.
Me conformaría con lograr una representación con visos de Arlt. Usar algunos procedimientos constructivos, para marcar algunas cosas similares.
La ciudad tiene que tener algo de fantástico. Algo que te haga decir "este lugar es genial" pero sin descartar la sensación de "y este lugar es terrible". No quiero un idilio, quiero la confrontación entre un espacio perdido y la búsqueda de recuperar algo. Algo que no existe.
Quiero que se vea el cambio. Quiero que se sienta que la ciudad se deterioró.
Quiero mi Buenos Aires destruida. Para que veamos el presente en clave de pre-futuro.

A medida que avanza el tiempo, Capital Federal se convierte en eso que sueño: la vieja Capital. Siento que si no la escribo ahora, voy a ser realista. Y yo quiero ser profético.

En este momento, como Walsh, quiero un argumento a lo Arlt, pero con el estilo de Borges. O, si no puedo lograr esto, me conformo con tener un argumento borgiano con un estilo arltiano. Si eso acaso fuera posible.

Arlt. Es un horizonte lejano. Es un horizonte. Y buscar el camino más corto para llegar al punto más remoto se me antoja una tarea épica. A veces pienso que los grandes escritores escriben de una, casi por impulso, y que somos los pequeños escritores los que tenemos que pensar mucho, buscar mucho, escribir mucho y corregir mucho.
A veces me doy cuenta de que los verdaderos grandes escritores crean esa apariencia de simplicidad, de redacción a la primera. Que es un efecto de un trabajo intenso con los aspectos formales del relato.
Las grandes ideas. Son algo que nos pasa a veces. Que les debe pasar más seguido a las personas que más leyeron. Pero sobre todo a las personas que tienen algo, aunque sea una sola cosa pequeña, que quieren decir. *buscar cita de Yoshimoto y agregar acá*

Es todo lo que quiero decir.
No quiero que si llego a terminar la novela, la crítica genética venga a leer esto como si fuera parte de su tarea científica.

Saludos.

martes, mayo 04, 2010

Generá, loco!

Me di cuenta de que hace rato no escribo sobre lingu. Creo que es porque no estoy cursando ninguna materia del área. Eso es un buen motivo.
Me gustaría hablar de algo interesante y asombroso, como decir, ontogenia del lenguaje. Pero bueno, el lenguaje ya es algo muy difícil de definir como para ponerse a hablar del origen.
Así que ensayemos algunas definiciones, que pueden ser la muerte (o el asesinato) de más de un lingüista.
Para algunos, el lenguaje consiste en la manipulación de ciertos símbolos abstractos. Visto de esta manera, el lenguaje no sería más que una sintaxis o una ars combinatoria. Lo interesante a agregar a esta definición es que no sólo en esa manipulación intervienen cambios de significado, sino que también se crean objetos intersubjetivos, o sea, se dicen cosas que otros pueden comprender con más o menos el mismo significado.
Para otros, un lenguaje está determinado/comprendido por todas las emisiones que se pueden realizar con él. Es una concepción distribucionalista, empirista. De hecho, limita bastante a un investigador, si bien puede servir para estudiar una lengua desconocida. Creo que además, acá faltaría distinguir lenguaje de lengua. Pero, como cuando uno aprende una lengua nueva, lo que puede producir no es tanto como lo que puede comprender. Por lo que esta capacidad no debería subestimarse.
Una teoría de la interpretación, como puede ser la de Sperber y Wilson, la teoría de la relevancia, propondría, por otro lado, qué mecanismos se utilizan para entender las emisiones, con el presupuesto de que se han dicho por alguna razón, de que nada es gratuito en el lenguaje. Así, en el lenguaje, intervienen una serie de intrincados mecanismos semántico-pragmáticos y lingüísticos, utilizados para interpretar la referencia, los actos de habla, los significados literales y sintácticos, los puntos de vista, etc. En cierta forma, el lenguaje es una máquina que codifica y decodifica no sólo símbolos abstractos, sino también intenciones y conceptos.
Hasta ahora, las definiciones tienen que ver con el objeto y el método de estudio. No es que el lenguaje se pueda definir realmente. Cada concepción problematiza un aspecto del lenguaje, que es un objeto heteróclito, a caballo de diferentes dominios, como dicen que decía Saussure.
En cierta forma, creo que las propiedades que le adjudica(ba) Chomsky, la infinitud discreta, el desplazamiento (que fue dejado de lado, pero era uno de los primeros postulados de la época de Estructuras Sintácticas, si no me equivoco), el innatismo, son innegables. La infinitud discreta es esa capacidad de poder crear una cantidad infinita de oraciones con una cantidad finita de elementos, sin considerar, por supuesto, elementos tales como límites de memoria y tiempo. Potencialmente, podríamos "entender" cualquier oración de nuestra lengua y juzgarla como gramatical o no. Por demás está decir que hay muchísimas personas monolingües que siempre podrán decir todo lo que quieren decir, con mayor o menor exactitud. El desplazamiento, la capacidad de entender ciertas estructuras a pesar de los movimientos que hayan ocurrido, fue dejado de lado con las transformaciones en la teoría generativa.
Y el innatismo, esa lucha descarnada con el empirismo, es una hipótesis controvertida. Aunque hoy ya se encuentra bastante aceptada, la discusión sobre hasta qué punto el conocimiento del lenguaje es innato o es aprendido, sigue en pie. Lo cierto, es que la capacidad de desarrollar/adquirir una lengua, se diferencia de los (otros, agregan los empiristas) aprendizajes. Y la neurolingüística nos dirá que este conocimiento/habilidad, puede afectarse de forma relativamente independiente, si golpeamos la parte del cerebro adecuada (llámese área de Broca, Wernicke o simplemente región perisilviana).
Definitivamente, es una cuestión que excede las charlas de café, excepto que estés con Chomsky o Halliday, o alguna eminencia similar. El problema del lenguaje es necesariamente una cuestión lingüística, así como la filosofía es una construcción verbal. Algunos consideran que el lenguaje tiene una capacidad autorreferencial y autorreflexiva demasiado increíble. Construcciones verbales.
Permite desde el llanto más infantil, hasta la literatura de Borges. Desde la noción de Dios, hasta los juegos de palabras.
Es todo.

viernes, abril 30, 2010

De traducciones.

Creo que es un tema obligatorio, considerando no sólo que en la literatura japonesa del siglo XX, los traductores han figurado en numerosas ocasiones... para dar un par de ejemplos conocidos, el protagonista de El grito Silencioso de Oé, y la de NP (y otros personajes también), de Yoshimoto.
No sólo porque Japón necesitaba incorporar modelos de otras culturas, como forma de conocer al enemigo, sino también como un interés por ese otro victorioso, así como en otros momentos se intentó complementar la cultura propia con herramientas ajenas.
La cuestión de la traducción, esa cosa tan borgeana, tiene que ver con cierta labor que estoy llevando a cabo independientemente. Realmente es una tarea ardua, y lo más difícil es poner esa otra forma de pensar y de expresar el pensamiento en una forma que sea inteligible para alguien que no está mirando los dos textos. Sencillamente, hay sutilezas que hacen particulares a las distintas lenguas. Un ejemplo por demás evidente, sería tratar de traducir ciertos juegos de palabras que hacen alusión directa a la forma fonológica de las palabras (haciendo que los palíndromos sean intraducibles, porque pierden su lógica de poder leerse en ambos sentidos indistintamente). Las frases hechas y las figuras histórico-culturales son otro ejemplo difícil de hacer entender con el texto. Ahí donde una novela histórica puede desenvolverse en su idioma nativo sin necesidad casi de notas, la traducción debe reponer cuanto pueda para el entendimiento y padecimiento del lector.
En cierto sentido, una traducción es una reescritura del texto. Los bagajes ideológicos y culturales de las palabras en distintos idiomas, las connotaciones y denotaciones que tienen y la capacidad referencial cambian notablemente. No sólo es retomar la posición de JLB de la ampliación de los sentidos, de las lecturas posibles, de los contextos de circulación, sino además, decir que en cierta forma es poner un texto en una boca ajena. La gracia sería que las palabras no sonaran extrañas. Pero eso no es más que una ilusión (necesaria).
Uno de los particulares planteos de NP (una de las cosas más atractivas de esta novela) es que hay cierta cuestión en la lengua nativa que no se puede traducir. Algo hace que los japoneses entiendan algo que los que no hablan el japonés como primera lengua no pueden entender. Ya sea porque tienen alguna experiencia común y pueden dotar a las palabras de un sentido profundo, vinculado a sí mismos, a un misterioso mensaje subliminal, o a que la lengua tiene algo en su forma que hace posible expresar algo de manera más perfecta (si existe algo así).

Tal vez se deba a mi incapacidad, a mi autoconciencia o a mi inexperiencia, pero yo no tengo mucha confianza en mi capacidad para interpretar y reexpresar el contenido de un texto de una lengua a otra. Mientras más uno lee más difícil resulta escribir. Debo estar haciendo algo mal, pero es como si el genio de los escritores se revelara cada vez más claro, mientras que las limitaciones propias se hacen más notorias y grotescas.
Traducir no es fácil. Traducir del japonés es difícil. Sobre todo cuando lo que para un japonés no resulta nada ambiguo, uno puede expresarlo de muchas formas; y cuando al contrario, un japonés puede distinguir matices y hacerlos relevantes... y uno se encuentra con una palabra demasiado vaga que los contiene a todos indistintamente, y ninguna palabra suficientemente específica.

Y uno corre, como si las palabras necesitaran salir, nada más para darse cuenta de que los japoneses simplemente piensan en otro orden, y tiene que dar vuelta las oraciones. Que son repetitivos, y lo que es apenas una partícula para ellos, son conjunciones que se repiten y abruman en castellano, haciendo que leerlo sea un constante "como", "porque" y "pero".

¿Cómo hacen los traductores profesionales? ¿Y cómo serán los originales de las obras más geniales que uno leyó en la lengua propia, pero que fueron escritos en otro mundo?

No entiendo cómo se hace esto. Me haré con la práctica o seguiré violentando textos.

Un abrazo.

viernes, abril 16, 2010

Oé (III)

Ayer me estaba preguntando por el valor de una obra autobiográfica. Por más ficcional que sea, Oé no deja de lado ciertas cuestiones personales, que recorren sus escritos desde el principio.
Naturalmente, la creación artística se puede nutrir de la experiencia. Pero así como lo empírico puede ser una gran fuente de inspiración, es también un límite.
Podríamos esperar que Oé escribiera algo diferente, pero ¿tendría sentido? ¿Podemos pedir que escriba algo diferente? ¿Se puede dejar de lado lo que uno considera más importante en la vida? ¿Un hijo? ¿Una relación conflictiva con los padres? ¿Los primeros recuerdos?
Otro aspecto es que, a pesar de esta aparente limitación, la obra de Oé tiene una gran variedad. Como si siempre hubiera algo más que decir, o una forma nueva de encarar los mismos aspectos de la vida. Probablemente, la riqueza de la vida (o de las personas) sea esa: que cada uno vive las cosas en una cierta forma particular.
No hay dos locos iguales.
Y la vida es tan estructuralmente parecida. La subjetividad.

martes, abril 06, 2010

Oé (I y II)

Buenas, hace un rato que no escribía.
Estuve ocupado, un poco. Empezaron las clases en la facultad y tal vez postee algo al respecto. Estoy cursando Literatura Argentina II (de nuevo), Literatura Alemana, estoy anotado en Análisis de los lenguajes de los medio masivos de comunicación, pero por diversas razones no voy a cursarla. Y no estoy anotado en el seminario de Introducción a la Literatura Japonesa, pero lo voy a cursar.
Sigue la parte a distancia del profesorado en lengua japonesa de Kyoren (Centro de cultura e idioma japonés en Argentina), y estoy en el Intermedio II en Nichia. Voy a tratar de intervenir en la forma de dar el curso... orientarlo más a mis propios objetivos. Usar este año para reforzar mis capacidades conversacionales para emprender el año que viene, si es posible, el principio del estudio para el 1kyu.

Y ahora, a lo que nos interesa. O me interesa a mí. Kenzaburo Oé (大江 健三郎). Antes que nada, algunos datos biográficos, para ubicarlo.

Nace el 31 de enero de 1935 en la localidad de Ose (en la actualidad es parte del Pueblo de Uchiko) de la Prefectura de Ehime, donde pasa su infancia y adolescencia hasta que, en 1954, se traslada a Tokio para iniciar la carrera de Filosofía y Letras. Finaliza su licenciatura cuatro años después, especializándose en literatura europea.

En 1958 recibe el Premio Akutagawa por su novela "La Presa", en la que narra sus vivencias infantiles.

En 1963 nace su hijo Hikari (luz), discapacitado por una hidrocefalia y condenado al autismo. Este acontecimiento se va a convertir en el eje principal de su vida y de su obra. Sus títulos más importantes, como Una cuestión personal, Dinos como sobrevivir a nuestra locura o El grito silencioso girarán, en mayor o menor medida, en torno al tema de su hijo, como también ¡Despertad, oh jóvenes de la nueva era!

Las obras que leí de Oé son: La presa, El grito silencioso, Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura (publicado junto a Agüí el monstruo del cielo y Cuando él se digne enjugar mis lágrimas).
El primer dato que figura en la biografía es la fecha de nacimiento, significativa porque su infancia fue atravesada por la 2ª Guerra Mundial. La Guerra es el fondo de muchos de sus relatos, de forma más directa como en La presa, o con más distancia como en Cuando él se digne enjugar mis lágrimas.
Otros temas recurrentes de su obra son: el pueblo aislado, la relación conflictiva con los padres (padres ausentes, madres problemáticas), la locura, el hijo y la relación con el hijo, el retraso mental, la historia, en cierta forma el suicidio, la culpa.
En La presa, se percibe lo que la crítica ha destacado, Oé eleva al otro a una categoría mítica, en un momento en el que Japón había perdido a sus dioses. A partir del final de la Guerra, a partir de que el Emperador habla a los nihonjin como si fuera uno de ellos, como si no fuera descendiente de los dioses, puede decirse que los japoneses viven en un mundo desencantado. A pesar de los templos, a pesar del budismo y del shintoismo, la forma de ver el mundo ha cambiado radicalmente. Los dioses se han ido. A pesar de que la narración toma lugar hacia el final de la Guerra, la admiración y la ritualización de los pequeños menesteres del cautiverio, reemplazan un vacío que ya se siente.
Los niños, dejados por los hombres que fueron a la guerra o se dedican a sus oficios, separados de las mujeres que trabajan en las casas, descubren su libertad y sus límites. Las vivencias de los pequeños, a través de sus ojos, se ven magnificadas. El estado de aislamiento en que se encuentra el otro, la forma en que llegó, las responsabilidades de los protagonistas en su contacto con él, los acercan a la figura de sacerdotes de un nuevo dios caído del cielo.
Es una nouvelle de muy fácil lectura. La situación, la expectación, la costumbre y la naturalización se desarrollan de forma muy desenvuelta, percibiéndose en los personajes y sus acciones.
La siguiente obra que leí, El grito silencioso, si bien trata de prácticamente todos los temas importantes en su obra (o todos), no tiene un estilo muy regular... hay pasajes de intenso lirismo al principio de la obra, pero se ven opacados por largos pasajes prosaicos y en algún momento roza la previsibilidad.
La historia narra el viaje de dos hermanos a su pueblo natal y la investigación sobre los acontecimientos ocurridos durante una revuelta protagonizada por el hermano de su bisabuelo. A partir de esto ya vemos los temas del pueblo aislado y la historia. La guerra también se hace presente en el pueblo, ya que había una colonia de koreanos cerca de la aldea, y uno de los Nedokoro (un hermano mayor de los protagonistas) fue parte del ejército y murió en circunstancias extrañas que involucran a los koreanos. El protagonista tiene un hijo a quien abandona.
Un ribete autobiográfico de El grito silencioso es la dedicación del protagonista a la traducción del inglés. Como se señaló más arriba, el autor se dedicó al estudio de Literatura Europea en la universidad.
Otro tema que a veces figura en sus obras, es el del tuerto. El protagonista de El grito silencioso tiene la visión disminuida, y así también el narrador de Agüí. El retrato de la diferencia, de la diferencia funcional, se muestra claramente.
Creo que todo esto que estoy diciendo no debe convencerlos de que lean las obras en cuestión. El grito silencioso es una obra muy completa, en lo que hace a la literatura de Oé, trata todos los temas relevantes de su obra, aunque el tema capital (el del hijo) no esté tan presente como en los primeros dos cuentos de Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura. Tiene algunos de los mejores pasajes de su obra, con una condensación poética increíble. Asimismo, tiene fragmentos narrativos que no llamarán demasiado la atención, por contraste, pero el desarrollo de la historia lleva a los personajes hasta sus límites.
Pasando rápidamente al último libro, Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura, Agüí y Cuando él se digne enjugar mis lágrimas. Los tres relatos son en su forma asombrosos. Puede que sean incluso mejores que El grito silencioso.
Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura trata sobre tres grandes temas, que en realidad son dos: La familia (madre e hijo del protagonista, con sus respectivos problemas) y la locura. La relación del protagonista con su madre y su hijo son puestas en primer plano, narrando sus desventuras, mostrando una faceta increíblemente humana y sensible en la desgracia que se siente propia. Asimismo, estos dos temas se tratan conjuntamente en la historia familiar, en el deseo de entender al padre ausente, al padre loco.
Agüí, es una historia extraña. El tema del padre del hijo con problemas neurológicos aparece nuevamente. Pero el narrador no es el padre, sino un empleado. A través de su mirada, se trata la locura, la necesidad de entender y de expiarse. Es un largo adiós, y es un intento de dar cuenta de algo que no se puede decir. Ahora que lo pienso, a mí me encantó este cuento.
Y finalmente, el cuento más largo del volumen. La reconstrucción de un loco de la historia de su generación, un hombre que vivió su infancia durante la Guerra, que vivió la locura de su padre, un enfermo imaginario que, convencido de su propia enfermedad, quiere narrar su vida antes de morir. Una narración atenta siempre a la oralidad, en la que el hombre habla de si mismo como si se viera desde afuera. Otra vez la historia, la locura, los padres, la Guerra.

Es un autor interesante, más allá de que a lo mejor habla demasiado de los mismos temas. Lo genial es que aunque hable de lo mismo, no dice lo mismo. A medida que avanza su carrera, (con lo poco que leí se nota) intenta aproximaciones diferentes, creando personajes únicos, que no se limitan simplemente a vivir determinados por los hechos, sino que los perciben con su propia singularidad. Personajes cuyo mundo interno aparece en sus conflictos con el mundo. Personajes que intentan entender la realidad y el pasado, aprehenderlos, hombres que se sienten enajenados o aislados, que captan la diferencia con el otro y sienten una extraña riqueza en ella.

Sigue vivo, tiene 75 años y está escribiendo algo nuevo. Espero ponerme al día en algún futuro.

jueves, febrero 18, 2010

Tanizaki (II)

Ayer a la noche (lo que siempre parecerá más cercano de lo que en realidad es), terminé de leer Cuentos crueles, de Tanizaki. Traducción extraña del inglés "Seven japanese tales".
La antología está compuesta por las siguientes obras:
La historia de Shunkin.
Ashikari.
Terror.
El puente de los sueños.
El tatuador.
El ladrón.
Un cuento de ciego.
Las diferencias entre ellas son notorias, no sólo por la extensión, sino por cuestiones estilísticas y temáticas, además de ser obras recogidas entre la producción del artista, por lo que no están seleccionadas cronológicamente. A pesar de la deficiente lógica de selección, la calidad de cada texto es digna de mención y lectura.
El mundo que describe Tanizaki a través de estos relatos no sólo acerca la realidad del Japón cambiante de principios del siglo XX, como en Terror, sino que también ahonda en la ficción histórica (Un cuento de ciego) describiendo eventos reales desde una perspectiva imaginaria y señalando el trasfondo sentimental de una época de guerra, y con relatos ambientados en una época anterior pero no mítica, o algo así (Shunkin/Ashikari).
Como siempre, la maestría de Tanizaki se destaca en la configuración de los personajes y los paisajes. Lo más interesante de algunos de estos cuentos es cómo se muestra el carácter de los personajes, que lejos de ser el estereotipo de su rol/oficio, se muestran como diamantes multifacéticos, cuyo brillo varía con la perspectiva que adopta el narrador. Las explicaciones de las motivaciones de cada uno por no ser demasiado psicologistas son verosímiles, y más de una vez atrapan al lector con una interpelación inesperada. Los personajes son tanto por lo que hacen como por los impulsos y las motivaciones que tienen.
Los elementos infaltables están presentes: la música, la poesía, el mito, la guerra, las perversiones y el cambio. Si bien no se presentan de forma uniforme en todos los cuentos, van marcando un estilo y una temática propios, que desarrolla a través de sus obras.
No quiero extenderme mucho con este análisis/presentación. Así que voy a recalcar un último punto: Los músicos ciegos. Son como una especie de personaje mítico en Japón. Lo que no tiene equivalente en occidente. Está bien, según el mito, Homero era ciego; según la literatura, Edipo se sacó los ojos. Pero no hay una tradición de narradores/músicos/masajistas ciegos. La perspectiva socio-cultural sobre la ceguera es diferente, así como lo es la consideración de ciertos defectos/malformaciones físicas (como las orejas de Buda, imagen prácticamente ausente en este lado del mundo y sin paralelos claros). Tal vez por la forma de ser de los japoneses, se les encuentra una utilidad a los ciegos, descubriendo que son particularmente buenos en tareas que requieren desarrollar la memoria muscular, como tocar un instrumento de cuerda o dar masajes.
Esto describe también un mundo en el que ciertos lujos eran posibles, e incluso, eran parte de la vida cotidiana. No sólo en la corte, sino también en la ciudad.

Si lo pueden conseguir, léanlo. Si no, no se molesten. Leer las novelas puede ser tan constructivo y creo que incluso más.

viernes, febrero 12, 2010

Una idea helénica.

Tengo que rendir Griego III próximamente. Debería estar estudiando griego. Traduciendo fragmentos de Ilíada. Leyendo sobre la cuestión homérica.
Pero realmente, en este punto de mi vida, quiero decir algo así como "me resulta tan odioso como las mismísimas puertas del Hades". ¡Qué cagada!

Es increíble que una obra literaria se haya conservado durante más de dos mil años. 2500, tal vez, 2800. Eso es algo parecido a la gloria eterna.
No importa cuántas veces la lea, la historia de Aquiles, Héctor y compañía está llena de cosas copadas, menos el catálogo de las naves, que tiene un par de cositas interesantes igual. Más de una vez recalqué que me gusta más que la Odisea. Tal vez, contrario a mi genética, o tal vez, debido a la conjunción de ella y mi edad, es porque todavía no logro entender cabalmente la idea detrás de la Odisea.
Ulises/Odiseo vuelve a casa después de 20 años. 10 años de guerra y otros tantos bien vagando, bien atrapado en una isla. Se la pasa llorando. Es todo pura nostalgia. Todo es recuerdo, de la guerra, de la esposa, del padre moribundo, del hijo casi desconocido.
Aquiles tiene problemas existenciales. Sus problemas se resuelven cuando comprende su humanidad. Es algo casi budista. Capta lo transitorio y lo efímero de su existencia, aunque busque la gloria eterna.
No da.
No hay que empezar a escribir sin saber cómo termina la historia. Por eso yo todavía no escribí mi novela. Porque no sé cómo termina. Aunque sé cómo sigue.

martes, febrero 09, 2010

Lingu, y el futuro a pequeña escala.

Uno se detiene un momento a pensar en todas las cosas en las que podría llegar a fracasar, o sea, todas las cosas que podría intentar y no puede decidirse por cuál quiere hacer primero. O dejar para el final.
La lingüística es, ciertamente, un campo difícil de explorar. Lo cierto es que, la lingüística teórica se produce lejos, no por falta de gente talentosa y creativa, sino por falta de recursos: tiempo, dinero, infraestructura, libros, computadoras, gente formada que colabore, y otras limitaciones similares. Lo que redobla la distancia del alumno universitario de la investigación. Las materias son demasiado teóricas o demasiado vagas, no hay seminarios que le permitan a uno ver la realidad de la investigación lingüística, los grupos de trabajo/investigación son reducidos y exigentes, y están escondidos.
El camino, obviamente, hace que los más aptos/caraduras, lleguen. Gente humilde como yo (?) se queda en el camino de la curiosidad y la duda. Sí, me da envidia, y sé que es una limitación importante. Pero no sé cómo se puede hacer frente a cómo es uno. Tal vez simplemente tengo que dejar de pensar que tengo que cambiar yo. El sistema no va a cambiar, tampoco. Evidentemente, lo que está mal está en mi cabeza. En ningún lugar la gente se hace de cero, excepto que sean Chomsky, Einstein, o alguno de esos (cuyo 0 [cero] es objetable).
Parafraseando a Daniel Torres, el edificio de Puán en el que funciona la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, es el lugar que la UBA y la sociedad le asignan al pensamiento, no sólo al pensamiento sobre el que mucha gente cree que se erige la sociedad occidental (el greco-latino), sino también al arte y a la lengua (en un sentido no-RAE). Lo que definitivamente nos coloca en un sitio poco destacado y dejado de lado. Esto es un escollo más en la carrera del futuro lingüista.
Uno se pregunta entonces qué futuro le espera. ¿Qué voy a hacer con lo que haya aprendido?
Si me preguntan a qué me voy a dedicar, como si fuera "¿de qué voy a trabajar?", la respuesta probablemente sería "voy a ser profesor de japonés". Si me preguntaran "¿qué expectativas tenés acerca de tu carrera académico-universitaria?", probablemente no sabría qué responder. Terminar la carrera de Letras es un buen primer objetivo. Ahora, el resto de los escalones todavía me es imposible de ver. Ni siquiera sé si hay un siguiente escalón.
¿Qué otros panoramas se me abren? Escribir. Criticar. Dedicarme a la literatura. Hace unos años pensaba en dedicarme a la literatura ponja, lo que estoy haciendo en la medida de lo posible. Estoy pensando en una novela. Seriamente. Pero todavía no empiezo. Debe ser lo más difícil, además de elegir los nombres, eso siempre me resultó extraña y desmesuradamente difícil.
Criticar. Me suena re-ladri.
Abandonar todo y dedicarme a la gastronomía suena re caro.
Traducir es un quilombo. Tendría que ponerme las pilas, a ver si algún día puedo leer en ponja como corresponde.
En fin... me fui de tema.

La cuestión es que hacer Lingu en Argentina, es muy difícil, no es imposible, pero es una cuestión más de vocación que de gloria. Nosotros no buscamos la gloria, vamos por un pequeño reconocimiento de nuestro esfuerzo como ciudadanos de un país que tal vez, algún día, deje de ser subdesarrollado. El interés personal tiene que ser guía. Porque si uno no se empeña, no llega a ningún lado, ni cursando todas las materias que digan lingu en el nombre.

Yo, por lo pronto, creo que voy a dedicarme a ser un estudiante mediocre, y más adelante me preocuparé por ser un científico mediocre. O un escritor mediocre.

Al final, terminé hablando de mí mismo. Bueno, les digo algo para que suene más informativo sobre la lingüistica.

En la carrera de Letras de la UBA hay tres grandes orientaciones: Clásicas, Letras modernas y Lingüística.
Clásicas es la rama de los estudios latinistas y helenistas, mucho latín, mucho griego, cultura, lengua, materias anuales y finales obligatorios.
Letras modernas es la rama romántica y ladri. Se puede elegir entre Latinoamericana y Argentina, Extranjeras y Teoría literaria. Materias cuatrimestrales, bastantes PD, interesantes, por lo general.
Lingüística: La rama jodida. Materias copadas como Fonología y Morfología, Sintaxis, Teoría Léxica, Modelos Formales no-transformacionales, Lingüística Chomskyana, Sociolingüística, Etnolingüística, Semántica y Pragmática, Psicolingüística, Neurolingüística. En fin, mucha ciencia, mucha teoría. Materias cuatrimestrales en su mayoría, algunas cuantas promocionables. Obviamente hay campos, aunque supuestamente ya no es necesario cursar todas las materias de un campo, basta con hacer 4 materias de lingu. Un campo sería tipo Psicolingüística y Neurolíngüística; Socio y Etno; Teoría Léxica, MFNT, LC.
Lo que yo planeaba hacer es la rama más jodida y con menos presencia en la UBA, Lingüística Formal. Hay muy pocos chomskyanos, aunque muchas escuelas/corrientes/disciplinas hereden cierten postulados de la propuesta generativa a la que deben su origen en cierta forma, como las psico's y la neuro.

Y eso es todo, me fui a la remierda.